Genealogía del poder y geopolítica económica

26.02.2019

Genealogía del poder y geopolítica de la economía

Raúl Prada Alcoreza

Hablar de economía es hablar de la aritmética de la producción, de la distribución y consumo de una sociedad. Cuando se habla del campo económico, en sentido atribuido por Pierre Bourdieu a este concepto, se puede abarcar también a la distribución del campo de fuerzas económicas, apreciadas en esas tres categorías que las definen, acabadas de mencionar. Hablar de la crítica de la economía política es hablar de las dinámicas históricas de la economía de una sociedad, un Estado, una región y el mundo. Hablar de la crítica de la economía política generalizada es hacerlo no solo como extensión integral de la crítica de la economía política, sobre todo a partir de su núcleo, el fetichismo de la mercancía, sino comprender que el fetichismo se extiende a otros campos sociales, más allá del campo económico; es decir, todas las mallas institucionales de todos los campos sociales estarían imbuidos por este fenómeno de la fetichización. En otras palabras, la ideología, la máquina abstracta de la fetichización, produce la legitimación de la economía política generalizada en todos los ámbitos sociales.

Cuando hablamos de la economía boliviana lo hacemos desde la aritmética de los indicadores, sobre todo los relativos a la macroeconomía. Como anotamos varias veces, contra la costumbre del discurso gubernamental, cuando se recurre a la herramienta macroeconómica, es indispensable referirse a los indicadores macroeconómicos, primero, en la medida de valores absolutos, después, en la medida probabilística de valores relativos. Presentar la economía de una sociedad solo utilizando valores relativos, proporcionales, expresa un interés de ocultar los valores absolutos, es decir, el tamaño real de la economía. Son conocidos los datos descriptivos de la economía boliviana; no se trata, por tanto, detenerse en ellos, salvo como referencia indispensable del análisis. Lo que interesa es intentar ahondar en las dinámicas no solo del campo económico sino de la integralidad misma de todos los campos sociales. En los espesores de la realidad efectiva no hay propiamente campos; lo que supone su autonomización, conjetura básica de las ciencias sociales modernas. El campo económico no funciona, efectivamente, independiente del resto de los campos sociales; por ejemplo, el campo cultural, el campo político, el campo escolar y otros. Si bien las ciencias sociales se han desarrollado suponiendo la autonomización moderna de los campos; esto ha servido para edificar sus disciplinas y saberes. Empero, no se puede confundir esta representación "científica" con lo que ocurre efectivamente en la realidad, sinónimo de complejidad.

Se ha definido la economía boliviana como primario exportadora, en el clásico discurso económico; desde el discurso político marxista se la definió como economía de un capitalismo dependiente, de desarrollo desigual y combinado. En la contemporaneidad se la describe como la de una singular economía extractivista, regida por un Estado rentista. Nosotros nos referimos a un modelo colonial extractivista del capitalismo dependiente. Nos parece más pertinente la última conceptualización, pues articula en el presente las genealogías del poder.

Antes de hacer referencia a los indicadores macroeconómicos debemos hacer algunas puntualizaciones necesarias. La primera, que no se confunda el cuadro económico, la estadística económica, la medida macroeconómica, con la realidad económica. Se trata de una estructura de medida o de una medida estructurada matemáticamente, que ayuda a orientarse en el análisis de lo que llamaremos las dinámicas económicas. No olvidar, que se pueden incorporar otras metodologías de medida; en el mejor de los casos, incorporar configuraciones interpretativas cualitativas de lo que sucede en ese contexto recortado que llamamos economía. La segunda, no basta la comparación de un cuadro económico del momento con los cuadros económicos del pasado; tampoco basta la comparación, en el presente o en el desplazamiento histórico, con los cuadros económicos de los Estados de la región, así como en el mundo. Es indispensable comprender las dinámicas económicas que atraviesan al campo económico nacional, regional y mundial. La tercera, que es indispensable comprender la articulación integral de los campos sociales en la intersección de estos en el campo económico. La cuarta, que es menester un enfoque crítico de la economía política generalizada en la civilización moderna. Con estas puntualizaciones podemos comenzar a abordar, primero, la descripción referencial de la economía boliviana; después, pasaremos a intentar mapear el campo económico; seguidamente intentar comprender las dinámicas económicas; para luego pasar a la crítica de la economía política generalizada, vista en el recorte geográfico político que llamamos Bolivia.

La economía boliviana

La economía boliviana es primordialmente extractivista; el Estado transfiere los recursos naturales explotados desde la periferia singular a los centros cambiantes del sistema-mundo capitalista. En otras palabras, su crecimiento económico depende de la exportación de los recursos naturales, concebidos como materias primas por la maquinaria industrial del sistema-mundo. Concretamente, el ingreso mayor del Estado es percibido por la exportación de los recursos hidrocarburíferos, principalmente el gas; en segundo lugar, se pueden anotar los recursos mineros; en menor medida ingresan los productos alimenticios, así como las manufacturas. Se puede anotar que actualmente se proyecta desarrollar la generación y explotación de energía eléctrica, con la construcción de represas y plantas hidroeléctricas, termoeléctricas, geotérmicas, fotovoltaicas y eólicas. En términos comparativos se dice que la economía boliviana es la décima cuarta economía de América Latina, si tomamos en cuenta el producto interno bruto nominal (PIB), así como la décima tercera en cuanto al PIB a precios de paridad de poder adquisitivo (PPA).

No hay que olvidar que la jerarquía establecida se basa en las diferencias numéricas del PIB, que sirven comparativamente para ordenar, por así decirlo, las síntesis macroeconómicas de los países. Pero no nos dicen mucho sobre las dinámicas inherentes a sus economías; tampoco de la colateralidad y complementariedad o no de sus economías. No basta saber cuánto exportan unos países a otros y cuanto importan, cómo se articulan o no sus economías. Por ejemplo, si funcionan como región o más bien funcionan inarticuladamente, orientándose a la articulación con el centro cambiante del sistema-mundo. En otras palabras, si el PIB sirve para medir la producción anual de la economía de un Estado a precios de mercado, para qué sirve esa producción, dónde se la destina; ¿para la reproducción de la economía nacional, para la reproducción de la economía-mundo, para ambas? Si es así, si se reproducen ambas economías, en qué condiciones lo hacen; ¿para desarrollarse, como dice el discurso económico, o para reproducir una estructura de poder mundial? A esta estructura de dominación mundial la hemos configurado como geopolítica del sistema-mundo capitalista.

Tomando en cuenta los datos del Fondo Monetario Internacional, se estima que a finales del año 2019 la economía boliviana escale a los 45.045 millones de dólares. Dividiendo este producto interno bruto por la cantidad de población que tiene Bolivia, que según estimaciones llega a más de 11 millones de habitantes, el PIB per cápita llega a 3.941 dólares, nominales, y un PIB per cápita de 8.320 dólares en PPA. Desde el año 2010, Bolivia dejó de ser tipificada como país de ingresos bajos; pasó a pertenecer a la categoría de países de ingresos medios, de acuerdo con estudios del Banco Mundial.

Considerando las estadísticas que ofrece el INE, teniendo en cuenta la relación de la participación de las actividades aconómicas en el PIB, la actividad de servicios de la administración pública registró la mayor participación, con más del 15%, seguida de agricultura, ailvicultura, caza y pesca con cerca del 12% e Industrias Manufactureras con más del 10%. Si tomamos en cuenta que la participación de la explotación de minerales llega a más del 9% y la explotación hidocarburífera un poco más del 4%, entonces tendríamos que la explotación extractiva tradicional participa con cerca del 14% en la formación del PIB. Resulta que la explotación extractiva tradicional es el segundo rubro, después de los servicios de la administración pública. Entonces, desde la perspectiva de las actividades económicas, bajo el enfoque de los indicadores macroeconómicos, la economía boliviana aparece como principalmente como una economía de servicios y de explotación extractivista. Es decir, cerca del 30% de la estructura económica, compuesta por las actividades económicas, está conformada por servicios estatales y explotación extractivista. Si a esta participación le sumamos la relativa a la agricultura, silvicultura, caza y pesca, entonces aproximadamente el 41% de la composición del PIB corresponde a servicios y es extractivista y agropecuaria. Con la participación de establecimientos financieros, que llega a cerca del 10%, la composición de más de la mitad del PIB resulta ser de servicios, extractivista, agropecuaria y financiera. Solo el 9% corresponde a la industria manufacturera y el resto al transporte y almacenamiento, al comercio, a la construcción, a la comunicación y otros servicios. Si estos otros servicios, que sobrepasan el 6%, se añaden a los servicios estatales, entonces la composición mencionada llega a más del 56%. Considerando otros datos, el 17% de la participación en el PIB corresponda al transporte, comercio, construcción, electricidad, gas y agua y comunicaciones.

Es notoria la manera descuajeringada de presentar las actividades económicas, ordenadas según su magnitud numérica en la participación del PIB. No se observa su interrelación, menos el funcionamiento del conjunto de la economía. Se trata de composiciones arbitrarias y provisionales, que tienen por objeto sumar el valor de las actividades. Aunque puede servir para evidenciar el peso mismo de las actividades en la formación de un indicador sintético, el de la producción anual de un país. Lo que importa, en el acercamiento a la comprensión del campo económico, es poder visualizar el funcionamiento, las interrelaciones y las dinámicas de la economía. En el caso del campo económico boliviano, resalta la preponderancia de las actividades extractivistas, tanto en lo que corresponde a las actividades económicas mismas, mucho más si se trata de las exportaciones. Según Henry Veltmeyer "cuando Morales asumió el poder y estableció en enero de 2006 su régimen posneoliberal, respaldado por un movimiento social, alrededor de un 10% del Producto Interno Bruto (PIB) y un 90% de las exportaciones, se encontraba en los sectores extractivos de explotación de hidrocarburos y la minería. Para mediados de 2011 - a mediados de su segunda administración, esta estructura económica se encontraba consolidada; las exportaciones de commodities[1] , que ahora se acercaba al 96% de las exportaciones totales, hizo de Bolivia la economía más dependiente de los recursos naturales en la región. En 2011 la minería representa el 6,2% del PIB y el 37,3% de las exportaciones, mientras que el sector de hidrocarburos contribuía con el 6,9% al PIB y con el 45% de las exportaciones"[2]. Esto nos muestra que la dependencia se genera en las relaciones de intercambio, en las exportaciones y en las importaciones, teniendo como base de esta dependencia la estructura y composición de una economía que funciona por la explotación extractivista. Los servicios estatales, los otros servicios, además del comercio, la construcción, las comunicaciones, así como las empresas de electricidad, gas y agua funcionan también a partir de este núcleo económico extractivista. Se puede sacar a la agricultura, a la agropecuaria, incluso a la agroindustria, de esta estrecha vinculación con la explotación extractivista; empero, en la medida que alimentan a poblaciones cuyas concentraciones se dieron por las cartografías mismas de las dinámicas económicas extractivistas, entonces también notamos en estas actividades la irradiación de la economía extractivista. Es más, cuando vemos, desde el enfoque de los commodities, que también se genera el fenómeno extractivista con los alimentos e insumos, podemos concluir, que toda la estructura y composición económica boliviana esta atravesada por las dinámicas del extractivismo.

Se dice que en la década de 2010 Bolivia experimenta la "década de oro". ​ Esto se sostiene porque habría logrado duplicar su PIB, en tan solo 7 años en el periodo 2010-2017; pese a la caída del precio mundial del barril del petróleo, como así también a la disminución de las materias primas, también a los desastres naturales, como las inundaciones y sequías. Por otra parte, Bolivia ha logrado mantener una cotización fija y estable de la moneda frente al dólar, llegando inclusive a devaluar a la moneda norteamericana en un 15%, durante el periodo 2006-2011 pasando de 8, 06 a solo 6, 86[3]. ​Pero, esto de la "década de oro" es un cliché mediático; no se puede obviar un largo periodo de precios de las materias primas que se irradia todavía, en términos de impacto, cuando se inicia la bajada de los precios de estas materias primas. Un "periodo de oro" no puede durar tan poco y después desaparecer como si nada, como si no hubiera quedado nada y todo haya sido una ficción. Lo que pasa es que las economías primario-exportadoras, como la definen los economistas, son altamente vulnerables a las variaciones del mercado internacional. Lo que hubo es una bonanza artificial debido precisamente a la subida de estas materias primas, bonanza que se evaporaba porque eran administrados por un Estado rentista. Un Estado rentista gasta, enriquece a la burguesía rentista, pero no afinca capital, no convierte en capital los ingresos del Estado; en otras palabras, no invierte productivamente, aunque este nombre aparezca en el cálculo del PIB, pero en ausencia misma de los procesos de inversión productiva.

Al respecto, las observaciones de Henry Veltmeyer son pertinentes. Dice que con el "gobierno progresista" de Evo Morales Ayma se ha producido una paradójica situación, que nosotros reconoceríamos como barroca situación, pues se habría continuado con el régimen neoliberal por medio de las nacionalizaciones. Velmeyer dice: "Con el fin de ilustrar cuán lucrativo y benéfico puede ser un contrato de riesgo compartido con COMIBOL para una compañía extranjera, Colque y Poveda analizaron el proyecto San Vicente, operado por la firma canadiense Pan American Silver Corporation, haciendo una evaluación de los estados de pérdidas y ganancias de la compañía (proyectados a 2009) y con base en el monto invertido para el año 2018, las ganancias del proyecto por la extracción de plata y zinc podrían incrementarse en un 220%. Este nivel de ganancia - concluyeron - es resultado de dos condiciones: la continuación de un régimen de políticas neoliberales que permite la extracción de recursos de las reservas, donde los costos de explotación los asume COMIBOL, garantizando, en efecto, ganancias con un riesgo mínimo, y un régimen fiscal altamente favorable para los inversionistas extranjeros". Enseguida concluyen que: "las políticas del régimen Morales-García Linera, en el sector minero que, hasta cierto punto, son una continuidad del modelo neoliberal de regímenes previos (y que podría verse como una nueva forma de privatización en lugar de nacionalización), han creado un escenario en el cual la extracción y exportación de minerales y metales esta dominada por las trasnacionales. San Cristóbal, Sinchi Wayra y Manquiri (propiedad de extranjeros) en conjunto representan más de la mitad de la producción y exportación de minerales, mientras que el sector cooperativo contribuyó con 30% y el Estado (COMIBOL) con solo 10%"[4].

¿Se puede hablar de soberanía en estas condiciones? Si el control de las exportaciones estratégicas del país está en manos de las trasnacionales extractivistas, obviamente que no. La soberanía de la que habla el "gobierno progresista" es una demagogia; forma parte de la retórica populista. Lo que pasa es que ahora las trasnacionales controlan la transferencia de recursos naturales a través de un "gobierno revolucionario".

Entonces, la pregunta es: ¿Cómo se articulan economía y poder? Esto, para decirlo de una manera acostumbrada, sin hacerse problemas de conceptualización, sobre todo teniendo en cuenta la perspectiva de la complejidad. Dicho de otra manera: Si el modelo colonial extractivista del capitalismo dependiente puede reproducirse usando variadamente gobiernos conservadores, después, liberales, seguidamente nacionalistas revolucionarios, para continuar con gobiernos neoliberales, tomando la posta después los "gobiernos progresistas", ¿cómo es que se desenvuelve esta genealogía del poder vinculada a una geopolítica de la economía-mundo? Antes de intentar responder la pregunta haremos un repaso de un balance de la economía durante una década perdida, después haremos una interpretación de este balance.




Un balance sin evaluación


En uno de sus últimos informes anuales, el presidente ha leído un informe económico que pretende ser el balance de una década de gestión; la fuente, los datos, los cuadros, las comparaciones entre lo que llaman el modelo neoliberal y el modelo económico social comunitario productivo boliviano, se encuentran en el libro Modelo Social Comunitario Productivo Boliviano de Luis Alberto Arce Catacora[5], Ministro de Economía y Finanzas Publica del gobierno progresista del autodenominado Estado Plurinacional. El libro tiene cuatro capítulos: Introducción, El Modelo Neoliberal en Bolivia 1985-2005, El Modelo Económico Social Comunitario Productivo en Bolivia 2006-2014, Principales resultados económicos y sociales del Modelo Económico Social Comunitario Productivo. El segundo capítulo hace una descripción sucinta del llamado modelo neoliberal, descripción enfocada en la experiencia boliviana del periodo en cuestión (1985-2005); revista del ajuste estructural y de sus políticas económicas de libre mercado, de libre empresa y de competencia; concluyendo en los desenlaces, que tienen que ver con la crisis y los movimientos sociales anti-neoliberales que estallan. El tercer capítulo describe el Modelo Económico Social Comunitario Productivo; comienza por sus antecedentes, continua con el Plan de Desarrollo Nacional propuesto el 2006 hasta la promulgación de la Constitución. Continúa con la exposición concisa de la parte de la Organización Económica del Estado de la Constitución, que se interpreta, sin justificación alguna, de que se trata del Modelo Económico Social Comunitario Productivo. Después de este supuesto aval, que da la Constitución al mentado modelo, se acaba con una exposición econométrica del modelo económico social comunitario productivo. El capítulo cuarto, se ocupa del balance comparativo, exponiendo descriptivamente la evaluación estadística; pondera los resultados de la implementación de la economía social comunitaria productiva. No vamos, ahora, entrar en discusión con el punto de vista reductivo y simple cuando se analiza el modelo neoliberal; tampoco vamos a entrar en debate respecto a una interpretación economicista de la Constitución, que contiene una inferencia reduccionista de la Organización Económica del Estado. Estos temas los hemos tocado antes en otros escritos[6]. Dejaremos para el final la interpelación al uso demagógico de modelo económico social comunitario productivo. En este texto, nos abocaremos al análisis del cuarto capítulo, el relativo a los resultados de la implementación del citado modelo.

El balance comienza con la nacionalización de los hidrocarburos. Se expone el Decreto Ley "Héroes del Chaco", mediante el cual se nacionalizan estos recursos naturales. Se anotan las características de este decreto, que establece los procedimientos de la recuperación soberana; particularmente el año del privilegiado ingreso para el Estado del orden del 82%, hasta la firma del Contrato de Operaciones. Sin embargo, se olvida de exponer y analizar el Contrato de Operaciones, cuando este 82% deja de darse, disminuyéndose hasta el 62%. Tampoco se anotan las características del Contrato de Operaciones, donde, si bien, aparecen enunciados, al principio, parecidos a la Constitución; esto apenas es el prolegómeno del Contrato. Técnica y efectivamente el Contrato entrega el control técnico de la producción hidrocarburífera a las empresas trasnacionales. YPFB no deja de ser una entidad administrativa, salvo su participación asociada con empresas trasnacionales, su contribución en algunos rubros y los montos de inversión destinados a fortalecer la empresa estatal. No se puede hablar de control técnico de la producción, de los flujos que salen por concepto de exportación, salvo que se tome que este control corresponde a los informes de las empresas trasnacionales, que YPFB avala, sin verificación técnica. No se dice en el análisis de este capítulo del libro en cuestión, que para la firma del Contrato de Operaciones no se esperó la culminación de las auditorias, que se efectuaban bajo la dirección del ingeniero Enrique Mariaca Bilbao, precisamente para conocer, a ciencia cierta, cuanto habían invertido las empresas trasnacionales, sobre todo, para dimensionar las indemnizaciones o, en su defecto, los daños al Estado por incumplimiento[7]. Todo esto, que hacen a un balance propiamente dicho, no se dice, ni es de interés de este libro. Lo que brilla por su elocuencia es un optimismo desbordante; sin duda alguna, tomando en cuenta, sobre todo, los contrastantes resultados de la gestión económica del gobierno progresista, en comparación con lo logrado por las gestiones de los gobiernos neoliberales. Parece un libro más de propaganda que de análisis económico.

Después se pasa al examen de los resultados de la nacionalización en la minería. Como en el caso anterior, la comparación arroja resultados contrastantes. Se consideran los mecanismos legales de la minería, la ley heredada y la nueva ley minera, promulgada por el gobierno progresista. Se hace una escueta exposición de algunos artículos; sobre todo llama la atención que se obvia comentar la estructura y las características de la nueva ley minera, que mantiene los porcentajes bajos de la tributación, los impuestos y las regalías, parecidos a los del periodo neoliberal; muy lejos de lo que ocurre en el área de hidrocarburos. Mientras el Estado recibe un 62% por concepto de impuestos, tributaciones y regalías, en hidrocarburos; en el área de la minería el Estado recibe una proporción de alrededor del 8%. Fuera de ser una ley que amplía y consolida el modelo extractivista colonial del capitalismo dependiente. Una ley que hemos llamado de "traición a la patria", desde la perspectiva constitucional misma; tipificando, por parte de la Constitución, de esta manera, esa conducta política, cuando se atenta de ese modo contra la soberanía de los recursos naturales, de propiedad de los bolivianos; vulnerando la cláusula de la Constitución que prohíbe exportar materias primas, sino que obliga a la industrialización. Además de conceder onerosamente concesiones a las empresas trasnacionales extractivistas. Después, se sigue con el balance positivo de la nacionalización de las telecomunicaciones y la nacionalización del sector eléctrico.

La contrastación cuantitativa es marcadamente notoria. Un ejemplo se encuentra en el desempeño productivo de los hidrocarburos. La producción bruta de gas natural creció de un ritmo de 40.2 MMm3/día, en 2006, a 61.3 MMm3/día, en 2014. La producción de hidrocarburos líquidos muestra una tendencia similar; el volumen promedio de petróleo condensado y gasolina tuvo un ritmo de 63.1 miles de barriles por día (MBbl/día), en comparación con el 2005, cuando llegó al 40.2 miles de barriles por día.

Se presentan las plantas separadoras, la Planta Separadora de Líquidos Río Grande y la Planta Separadora de Líquidos Gran Chaco "Carlos Villegas Quiroga", como industrialización, sin explicar por qué. La industrialización supone transformación de las materias primas, de los insumos; la separación es eso, disociación. Está difícil presentar la separación como industrialización; bueno, es ese el lenguaje usado por el gobierno populista. Se puede calificar como industrialización a la petroquímica, pero, no a la separación. En este sentido, se presentan la Planta de Amoniaco y Urea, las Plantas de Etileno y Polietileno, Propileno y Polipropileno, además de la Planta de Gas Natural Licuado (GNL). El conglomerado de YPFB, sus empresas subsidiarias y las compañías operadoras privadas invirtieron un monto de $us 9,182 millones. Otra comparación contrastante es la relativa a las utilidades; las empresas subsidiarias y la casa matriz obtuvieron $us 7,908 millones de utilidades, en el lapso de 2006 al 2014; en contraste, con $us 644 millones, obtenidos en el lapso 2001-2005. Ciertamente, que, en ese entonces, prácticamente no había YPFB, salvo como oficina administrativa.

La inversión en hidrocarburos baja de $us 514 millones a $us 246 millones, del 2001 al 2005; en contraste, la misma inversión sube de $us 273 millones a $us 2,111 millones, entre el 2006 y el 2014. Durante el periodo del gobierno progresista se generó $us 31,888 millones, por concepto de ingresos, a través del IDH, regalías, participación de YPFB, patentes e impuestos, tanto al upstream como al downstream. Otro dato contrastante es el relacionado a la renta hidrocarburífera anual; el 2005 la renta fue de $us 974 millones, en tanto que el 2014 fue de $us 6,096 millones. Estos datos son ciertamente la consecuencia de la nacionalización de los hidrocarburos. Se puede decir que ésta es la diferencia entre el periodo neoliberal y el periodo del gobierno progresista. Sin embargo, la pregunta es: ¿por qué el gobierno popular sigue insistiendo en la comparación con el periodo neoliberal? No es este contraste notorio el que está en discusión; ¿a quién quiere convencer sobre estas notables diferencias? ¿A los neoliberales? El resto, sobre todo el pueblo, sabe de sobra sobre esta diferencia. La comparación no es con el pasado sino con lo que establece la Constitución.

En relación con la estructura jurídica-política de la Constitución, el gobierno progresista se queda lejos. Su decantada propaganda y publicidad, sus insostenibles interpretaciones, demagógicas y de difusión, no cambian la situación; no los convierte en consecuentes políticos con la implementación de la Constitución. Son solo palabras, imágenes publicitarias, propaganda, diatriba estridente de apologistas, aduladores, gobernantes y parlamentarios oficialistas. Nos hemos ocupado del tema en Descolonización y transición, también en otros escritos; de la misma manera, hemos sido puntillosos con la crítica a las políticas inconstitucionales del gobierno en lo que respecta a la Organización Económica del Estado, que nosotros interpretamos como el horizonte de la economía social y comunitaria, en contexto ecológico, en perspectiva del sumaj qamaña y el sumak kausay. El horizonte de la economía social y comunitaria supone transiciones conectadas y articuladas de dispositivos económicos estatales, con la intervención del Estado, hacia la realización de la economía social y comunitaria; transiciones de la economía privada desarticulada a una economía privada articulada a la dirección planificada del Estado, que nosotros llamamos, como corresponde, capitalismo de Estado, articulándose, en estas transiciones, al horizonte de la economía social y comunitaria. Transiciones de las economías campesinas subsumidas al mercado, en condiciones de subordinación, incluso de explotación, hacia economías campesinas articuladas al horizonte de la economía social y comunitaria. Si bien, no se puede hablar de economía cooperativa, tal cual, sobre todo en minería, pues es, mas bien, una economía privada diseminada, fragmentada, incluso, pequeña y mediana, que contrata a trabajadores a destajo, super-explotados, de todas maneras, diremos que, en este caso, también se trata de transiciones de la economía cooperativa desmembrada hacia una economía cooperativa en articulación con el horizonte de la economía social y comunitaria. La economía social y comunitaria, tiene como substrato lo que llamamos oikologías comunitarias, para diferenciarlas del estrecho concepto de economía. Estas comunidades, en el concepto de la Constitución, al expresarse como social y comunitarias, se refiere a las comunidades ancestrales, brillan por su ausencia en las políticas y prácticas económicas del gobierno progresista, que, mas bien, se caracteriza por ahondar en la economía extractivista y en la forma de Estado rentista; ciertamente, en las condiciones mejoradas por la nacionalización y por la modificación transformada de los términos de intercambio.

No se trata pues de un Modelo Económico Social Comunitario Productivo, a no ser en la forma especulativa como se la presenta, siendo no otra cosa que economía extractivista del capitalismo dependiente. ¿Por qué se nombra esta continuidad de la dependencia, bajo un gobierno popular, Modelo Económico Social Comunitario Productivo? ¿Es una manera de decir que se cumple con la Constitución, aunque no lo hagan, sino todo lo contrario? ¿Creen realmente que practican y aplican este modelo mentado? ¿Es una confusión pasmosa tanto económica, política, ideológica y, sobre todo, conceptual? ¿Es un tema de propaganda? Para comprender esta entreverada contradicción es menester observar el panorama político del gobierno progresista; es el estilo de nombrar, de usar el lenguaje político, de la forma de sus discursos, de la propensión a la simulación y al montaje, en todo su desenvolvimiento gubernamental, congresista, partidario y político. Este es el estilo; la inflación de las palabras, el desajuste de los sentidos y significados, respecto a los referentes concretos. Se trata de una forma de hacer política, una manera de efectuar los "procesos de cambio", transformando imaginariamente, mientras las estructuras de poder, las estructuras estatales, siguen iguales; puede que haya habido efecto social al impactar en sectores sociales, mejorando sus condiciones y situación de accesibilidad. Por ejemplo, estratos pudientes de los colonizadores, de los productores de hoja de coca, han ingresado al contingente de las "clases medias". También se puede tomar en cuenta, aunque su impacto sea solo coyuntural, los y las beneficiarias de los bonos. Puede, incluso, haber bajado estadísticamente la pobreza; sin embargo, todo esto, no implica haber resuelto la problemática social y de las desigualdades. Hacer creer que esto ocurre es confundir explotación, desigualdad, discriminación, con esa figura asistencial inventada por la cooperación internacional, pobreza. En esto, en esta interpretación institucional, los del gobierno progresista no se diferencian de las ONGs que critican, tampoco de la cooperación internacional, ni de las religiones que atienden a las víctimas. Todas estas expresiones juegan al poder con estas representaciones y manipulaciones de la pobreza.

Las políticas en minería consistieron en el Fortalecimiento de la Empresa Metalúrgica de Vinto (EMV), la Rehabilitación del Complejo Metalúrgico de Karachipampa, el Complejo Hidro-metalúrgico Corocoro, la Fábrica de Ácido Sulfúrico, la Industrialización del Litio, Fase I, Planta Semi-industrial de Cloruro de Potasio y Planta Piloto de Carbonato de Litio, Construcción del Horno Ausmelt; además de contar con los proyectos de la Empresa Pública Nacional Estratégica de Cemento de Bolivia (ECEBOL), Industrialización del Litio: Fase II, Plantas Industriales de Carbonato de Litio y Cloruro de Potasio, Industrialización de Litio, Fase III, Implementación Planta Piloto de Baterías de Litio.

El PIB minero aumentó de un promedio anual de Bs 1,032 millones, en el lapso de 1990 al 2005, a Bs 1,846 millones, en el lapso de 2006 al 2014. La tasa anual promedio fue de 1.0%, en el primer periodo, en tanto que fue del orden de 9.6%, en el segundo periodo. El PIB minero pasó de Bs 918 millones, en 1990, a Bs 1,043 millones, en 2005, y de Bs 1,112 millones, en 2006, a 2,158 millones, en 2014. Paralelamente, el índice de volumen físico de la minería se incrementó sostenidamente desde el 2006; la tasa anual promedio de producción fue del orden del 2.2%, en el intervalo 1990 al 2005, y del orden del 10.7%, en el intervalo 2006 al 2014. El contraste notorio sigue en lo que respecta a las exportaciones; las exportaciones minerales dan un salto a partir de 2006. En el lapso de 1995 al 2005, el promedio anual de exportación es de $us 251 millones; en contraste, alcanzó a la suma de $us 1,694 millones, en el lapso de 2006 al 2014. Abarcando la totalidad de los periodos comparados, tenemos que, en el primer periodo, se exportó $us 2.758 millones; en contraste, en el segundo periodo, se exportó $us 15,250 millones. En 1995 se exportó minerales por un valor de $us 244 millones, llegando a un valor de $us 351 millones, en 2005; en contraste, en 2006, el valor exportado fue de $us 794 millones, llegando a $us 2,035 millones, en 2014, teniendo como cumbre el 2011, con un valor de $us 2.427 millones. El volumen promedio anual fue de 0.4 millones de toneladas brutas, de 1999 al 2005, en tanto que fue de 1.1 millones de toneladas brutas, de 2006 al 2014. Sumando lo acumulado en cada periodo, se tiene que, en el primer periodo, se alcanzó a exportar 2.9 millones de toneladas brutas; en contraste, en el segundo periodo, se alcanzó a exportar 9.9 millones de toneladas brutas. Estos datos también pueden interpretarse como consecuencias efectivas de la nacionalización y las políticas estatales en el área minera.

Las consecuencias efectivas, además de considerar, la subida de los precios de las materias primas, se observan también en el aporte fiscal de la minería. Las regalías mineras y las recaudaciones tributarias tuvieron un aporte promedio anual de Bs 107 millones, en el periodo 2000-2005; en contraste, el mismo promedio fue de Bs 1,532 millones, en el periodo 2006-2014. El aporte fiscal minero se contabilizó en Bs 62 millones, en 2000, llegando a Bs 253 millones, en 2005; en contraste, fue de Bs 560 millones, en 2006, llegando a Bs 1,649 millones, en 2014, teniendo como pico el 2012, con un aporte fiscal de Bs. 2,691 millones.

Como dijimos, estos son los efectos de la nacionalización, en un contexto de subida de los precios de las materias primas. Sin bien, el contraste es notorio e indiscutible, respecto al pasado neoliberal; como hemos hecho notar, no se trata solo de resaltar este contraste, sino de evaluar la gestión del gobierno progresista en conexión con lo que establece la Constitución. Al respecto, dijimos que, mas bien, el gobierno, las gestiones, las políticas económicas, entre ellas las políticas mineras, discrepan de lo determinado por la Constitución. Lo primero que correspondía hacer es, fuera de nacionalizar, romper las privilegiadas concesiones a las empresas trasnacionales extractivistas, además de levantar el paraíso fiscal para las empresas mineras privadas, sean trasnacionales o bolivianas, medianas y pequeñas; por otra parte, era menester suspender la política minera que promociona a un falso cooperativismo minero, que no es otra cosa que empresa privada encubierta, además de realizar un capitalismo salvaje y depredador. Nada de esto ha pasado, el gobierno ha mantenido concesiones onerosas como las de San Cristóbal. El 3% de la explotación minera la controla COMIBOL, el 27% de la extracción minera la controla la cooperativa, en tanto que el 70% la controla la minería privada, primordialmente las empresas trasnacionales extractivistas. En este panorama, nada halagüeño, que habla, mas bien, de no solo altos niveles de dependencia, sino de subordinación a los grandes monopolios mineros, no se puede tener un diagnóstico pretendidamente positivo, a pesar de las mejoras en la producción minera y en las exportaciones, incrementándose el volumen y el valor de la producción; pues estamos ante una dinámica económica donde se benefician de la mejor parte de la torta, en tamaño y en cualidad, donde se aprovechan de los efectos multiplicadores del monopolio de los mercados, además del control de los procesos de industrialización, las mismas cadenas oligopólicas, las famosas empresas trasnacionales extractivistas. Hablar en el leguaje del libro, exponiendo como elocución optimista y positiva, con tono halagador y apologético, escondiendo las profundas contradicciones, las estructuras persistentes de la dependencia y del modelo extractivista colonial, es legitimar, precisamente, la dependencia, la subordinación; coadyuvando al saqueo de los recursos naturales por parte de las empresas trasnacionales extractivistas, a pesar de las mejoras en los términos de intercambio, esta vez, mucho menores que lo que ocurre en hidrocarburos.

Conclusiones

  • Estamos ante un discurso apologético, encargado de presentar lo supuestamente acaecido como si fuese una epopeya. Es la narrativa de los héroes, como se hacía antes de la novela, que, mas bien, es la narrativa de los antihéroes; tendiendo, de manera diferente, a la crítica, la ironía, a la anécdota y a la paradoja, en la prosa de las experiencias modernas narradas. En los discursos descriptivos, pretendidamente objetivos, como los análisis económicos, de manera más restringida, como los balances, el discurso apologético adquiere una prosa árida, llana, sin ritmos, prolija en estadísticas, cuadros e indicadores. El problema no es el análisis estadístico, sino que se lo reduce a descripciones cuantitativas, a cuadros, a series de indicadores, que quedan descritos; empero, quedan faltos de análisis.
  • Estamos ante un balance de la década de gestiones económicas del gobierno progresista, periodo de gestiones contrastado con el periodo de gestiones económicas neoliberales. Sin embargo, a pesar de la importancia de la tarea, no se alcanza a realizar un balance, propiamente dicho, sino el texto termina esmerándose en hacer hincapié en la maravillosa incursión del gobierno, que recupera los hidrocarburos e inicia una política económica desligada del proyecto neoliberal. El libro deriva en un texto de propaganda, aunque abundantemente apoyado por estadísticas, cuadros e indicadores, acompañadas por descripciones similares, que repiten lo que se ve en los datos, sin avanzar en el análisis.
  • El libro parte de las premisas que dibujan los contrastes entre ambos periodos, el neoliberal y el progresista. Empero, se queda en las premisas, sin desplazarse a las mediaciones, que serían, en lógica, los análisis del "proceso de cambio", con todas sus ambigüedades, dificultades y contradicciones. Un análisis que ayude a comprender las problemáticas que se enfrentan como desafíos. Por eso, tampoco llega a las conclusiones, como toda proposición lógica. Lo que se llama "conclusiones" en el libro ya estaban anticipadas, son las verdades cinceladas por la "ideología".
  • No se entiende muy bien por qué introduce un modelo econométrico, que expresa en ecuaciones algebraicas el modelo económico social comunitario productivo. El modelo econométrico es esquemático al extremo, por lo tanto, simple, considerando linealidades, sin espesores, que no llegan a conformar planos; está lejos de expresar la complejidad, no solamente de los planos de intensidad de la realidad social, sino del mismo plano de intensidad económico, que, en el caso de las transiciones, requiere simulaciones matemáticas complejas; por lo menos relativas al análisis multivariable. Puede ser que para darse aires de formalidad y de pretendida cientificidad. Estas exageraciones o poses acompañan a todos los políticos; ciertamente lo hacen de distintas maneras; en este caso, se pretende convertir una propaganda en análisis económico, presentando como aditamento un modelo econométrico reductivo, demasiado esquemático como para poder expresar una complejidad, por lo menos, enunciada en subtítulos, como la del modelo económico social comunitario productivo.




Una interpretación de la década



La pregunta es: ¿Qué es lo que pasó? Hay que buscar la respuesta en los funcionamientos de la complejidad de la formación social, usando un concepto conocido, para no complicar la exposición. No como explica la teoría lo ocurrido, cualquiera sea ésta; mucho menos forzar una supuesta explicación desde las compulsiones dogmáticas de la "ideología", cualquiera sea ésta. Entonces se trata de responder a cómo han funcionado los aparatos, los dispositivos, las instituciones, los imaginarios, las "ideologías", en combinación con las prácticas, los habitus, las relaciones, las estructuras; además, en los contextos donde se dan procesos locales, nacionales, regionales y mundiales. No parece adecuado seguir pretendiendo explicar procesos políticos y sociales en la circunscripción nacional, como si hubiera solo una historia nacional, que hace de trasfondo a los hechos, sucesos y eventos. Hay historias, usando también un concepto moderno discutible, asociado a la idea de tiempo y de secuencia lineal; historias, en distintas escalas, que hacen a la constelación de historias de la mundanalidad. Hay que interpretar los procesos políticos y sociales, entonces, en las distintas escalas, teniendo en cuenta la perspectiva mundial.

Los procesos de cambio, desatados en Sud América, tienen que ver no solo con las crisis estructurales, a escala nacional, sino con la crisis generalizada a nivel mundial. La pregunta entonces es: ¿Por qué, a pesar de que la crisis es generalizada mundialmente, los procesos de cambio se dan solo en algunos países? La respuesta posible tiene que ver con las singularidades de estos países, donde se dan los movimientos sociales anti-sistémicos, que se prolongan y triunfan. Debemos buscar en estas singularidades la excepción de la regla, que, en este caso, tiene que ver, hipotéticamente, con el mayor peso del conformismo que del inconformismo; con la mayor inclinación al desasosiego que a la actitud crítica e interpelativa. No es que unos pueblos tienen estas características y estos atributos y otros no lo tienen. Todos los pueblos contienen las condiciones de posibilidad de la predisposición a luchar, no solamente por sus derechos, sino por la vida. Lo que parece pasar es que, en determinadas condiciones, contextos, nudos de historias encontradas, de experiencias sociales y memorias actualizadas, emerge con mayor fuerza la predisposición a luchar, a activar, a la voluntad de transformación. En Venezuela, en Brasil, en Ecuador, en Bolivia, con menos intensidad, en Argentina y en Uruguay, ha pasado esto, en el periodo de movilizaciones, primero, después, en la etapa de gobiernos progresistas, de fines del siglo XX y principios del siglo XXI. Al respecto, nos remitimos a los ensayos que se han ocupado de analizar e interpretar las coyunturas de los llamados "procesos de cambio" singulares y diferenciales de los países citados[8].

Resumiendo, con el peligro de simplificar, podemos decir, retomando panorámicamente lo expuesto en esos ensayos, que los procesos de cambio como que son catalizados por acontecimientos de movilización general o de largas resistencias y luchas sociales acumuladas. En el caso venezolano, podemos señalar que el Caracazo es un hito en la emergencia del proceso de cambio, que va adquirir el perfil político de la revolución bolivariana. En el caso de Brasil, si bien, la crisis social y económica, que desata el proyecto neoliberal implementado, empujando a movilizaciones sociales, es como el antecedente, lo que parece gravitante es, mas bien, la acumulación histórica de una larga experiencia y memoria social, que se nuclea en el PT, además de otras organizaciones sociales y colectivos activistas. En el caso ecuatoriano, parece que el catalizador son las luchas y movilizaciones de los pueblos y las naciones indígenas, además de colectivos activistas, que impulsan la defensa de los derechos indígenas y los derechos de la naturaleza, los derechos sociales y la soberanía sobre los recursos naturales; es, entonces, esta forma del proceso, lo que hace de catalizador de otro proceso de cambio singular. En el caso de Bolivia, el catalizador es la movilización prolongada anti-neoliberal, nacional-popular, descolonizadora, del sexenio 2000-2005; teniendo como substrato las luchas y las movilizaciones de los pueblos y las naciones indígenas-originarias. En el caso de Argentina, parece ser el detonante, esta vez, diferido, el costo social y económico del proyecto neoliberal implementado, convirtiendo en catalizador a movilizaciones sociales, como la de los piqueteros y cacerolazos, además de las movilizaciones de los damnificados por el "corralito"; movilizaciones sociales acompañadas, después, por una dilatada resistencia, mas bien, fragmentada y dispersa. En el caso argentino, el descontento social y político fue canalizado por la nueva versión nacional-popular del peronismo, el kirchnerismo, a diferencia de lo que ocurrió en Brasil, donde fue el PT, de tradición marxista. En el caso uruguayo, que se parece en la forma, con el caso argentino, teniendo en cuenta algunas analogías, acompañadas por diferencias, es donde el catalizador parecen ser movilizaciones también fragmentarias y un tanto dispersas; empero, canalizadas por el Frente Amplio.

Los procesos de cambio singulares, si bien, contienen estos detonantes y catalizadores diferenciales y propios, son seguidos por lo que se va a venir en llamar, entre varios nombres que adquieren, gobiernos progresistas. En esta etapa gubernamental, es cuando adquieren más analogías y parecidos, estos gobiernos, a pesar de las diferencias mantenidas. Los gobiernos progresistas tropiezan con ciertos límites impuestos por la herencia de las mallas institucionales y por encontrarse dentro del sistema-mundo capitalista. Uno de esos límites, para resumir, es el de la dependencia económica, además de su ubicación en la geopolítica del sistema-mundo capitalista; en condición de periferias, en unos casos, en condición de potencia emergente, en el caso de Brasil, en tanto más allá de la periferia, pero más acá del centro, como es el caso de Argentina. Otro de esos límites es impuesto por las estructuras de poder del orden mundial y por las estructuras de poder heredadas del Estado-nación subalterno o de Estado-nación de potencia emergente. Los procesos de cambio se traban en estos límites, sin cruzar el umbral. Al hacerlo, optan por administrar la condición dependiente en la geopolítica del sistema-mundo capitalista o, en su caso, en la condición de potencia emergente, por lo tanto, en las circunstancias del centro de la economía-mundo capitalista. Así mismo, optan por gobernar desde la misma maquinaria estatal, con algunas reformas en la fachada y menos cambios en la estructura estatal. Hay que reconocer que las tareas que se proponen son difíciles, por esta situación ambivalente, y llevan a contradicciones.

Como dijimos en otros ensayos, no compartimos las tesis de la teoría de la conspiración, tampoco, en consecuencia, el simplismo de explicar las contradicciones de los procesos de cambio debido a "traiciones". Las historias políticas de los procesos de cambio son más complejas que la simple narrativa de tramas personificadas en figuras de líderes, caudillos, por un lado, y conspiradores opositores, por otro lado, con el trasfondo de la conspiración imperialista. Como dijimos también, no es que no haya conspiradores ni conspiraciones, sino que los procesos políticos no se explican por estos factores dramáticos, que convierten las historias políticas en dramas de protagonistas individualizados. Los procesos políticos son acontecimientos políticos, y es posible comprenderlos, analizando el acontecimiento, en la complejidad dinámica de multiplicidad de singularidades, articuladas e integradas. No se tiene que descartar el papel que cumplen los personajes de la política; sin embargo, es inapropiado convertirlos en los ejes de los procesos de cambio, salvo, se entiende, si se trata de "ideología" o propaganda.

En lo que respecta al proceso de cambio boliviano, que es lo que nos ocupa ahora, para resumir, con el peligro de esquematizar, el acontecimiento político, puede ser bosquejado, como aproximación, a partir de un conjunto de singularidades, si no son múltiples, lo que se hace difícil exponer en este ensayo; sin embargo, lo hicimos en otros ensayos. Hablamos, en primer lugar, de movimientos sociales anti-sistémicos y movilizaciones singulares diferentes, que se articulan en el decurso de las luchas, sin necesidad de conformar una coordinadora de movimientos sociales, que ha sido propuesta varias veces. En segundo lugar, otras singularidades tienen que ver con la radicalización de las movilizaciones dadas; que adquieren características autogestionarias, de autogobierno, de protagonismo de las bases, por lo menos, durante los momentos de intensidad de las movilizaciones, como cuando los relativos a los bloqueos. En tercer lugar, los desenlaces de la ofensiva popular y de las victorias sociales y políticas de los movimientos. A pesar de la contundencia de las victorias populares, como cuando se dio la guerra del agua y la guerra del gas, los desenlaces se dieron en la forma constitucional y por la vía electoral. Hecho que menguó el contenido radical de las movilizaciones; hecho que dio pie a que una de las expresiones menos radicales, mas bien, heredera del nacionalismo y de reminiscencias de la vieja izquierda, cobrara vigencia política y se convirtiera en la salida electoral a la crisis múltiple del Estado; hablamos del MAS. En cuarto lugar, la forma del proceso de nacionalización, sobre todo, de los hidrocarburos, que comienza con algo parecido a una expropiación a medias o, en su caso, de la mayoría de las "nacionalizaciones", en compra de acciones, deriva en Contrato de Operaciones. Contrato que termina desnacionalizando, sin retirar, empero, lo ganado en los términos de intercambio, es decir, en el incremento significativo de los ingresos del Estado. Esta característica de las nacionalizaciones del siglo XXI, muestra claramente los límites del proceso de cambio y sus contradicciones. En quinto lugar, no por esto jerárquicamente el menos importante, sino al contrario, quizás el más importante, el proceso constituyente, que lleva a una Asamblea Constituyente contradictoria, dual, siendo originaria, por emerger de las entrañas de las luchas sociales, pero, también, derivada, por ser convocada por el Congreso. Una Asamblea Constituyente que logra aprobar una Constitución plurinacional, comunitaria y autonómica, a pesar de las difíciles contingencias y el contexto adverso de boicot y dilatación, efectuado por la llamada oposición "derecha", aunque también por los errores sistemáticos de la conducción e interferencia del MAS. Sin embargo, la Constitución termina convertida en un texto de vitrina, un texto de propaganda para presumir, pero no para cumplirlo.

Estas cinco singularidades, sus correspondencias, sus entrelazamientos terminan otorgando un perfil y composición singular al proceso de cambio boliviano. Se puede decir que se trata de un proceso de cambio en los límites del Estado-nación subalterno, a pesar de su autonombramiento de Estado plurinacional. Un proceso de cambio en los límites del modelo extractivista y del Estado rentista, a pesar de la nacionalización de los hidrocarburos y las reformas implementadas por el gobierno; reformas que no alcanzan a trastocar las estructuras de poder, ni las estructuras del Estado. De ninguna manera se dice que no hay diferencias con los gobiernos neoliberales anteriores; al contrario, se parten de estas diferencias, constatables; sin embargo, se anota que estas diferencias no son tan grandes como para separar definitivamente a ambas expresiones políticas, la neoliberal y la populista, de una concepción compartida del poder y del Estado, a pesar de las diferencias "ideologías" y discursivas. A pesar de los impactos positivos sociales de políticas del gobierno progresista y los impactos negativos sociales del proyecto neoliberal. El problema es, como dijimos antes, que, a pesar de las diferencias, hay más proximidad entre estas expresiones opuestas, que la proximidad esperada con la Constitución por parte del gobierno progresista, respecto a la cual parece, mas bien, alejado.

En el anterior ensayo, Balance sin evaluación[9], tratamos del balance económico de la década en cuestión (2006-2014); otra conclusión de la lectura de este ensayo podría ser: el perfil económico boliviano se encuentra en el límite del modelo colonial extractivista del capitalismo dependiente, a pesar del impacto de la nacionalización y los esfuerzos, un tanto desarticulados, en la inversión autodenominada productiva. Un perfil económico, que se mueve en los límites de la dependencia, sin poder salir de este umbral, precisamente por haber expandido el modelo extractivista de la economía. Si bien, esta conclusión ya fue enunciada en los ensayos Bolivia: perfil económico y Plano de intensidad económico boliviano, decirlo ahora, después del ensayo del balance económico de la década, apunta más a una conclusión de evaluación que a una caracterización, como hicimos antes. Por otra parte, ayuda a retomar apuntes que hicimos anteriormente, cuando decíamos que la industrialización no se da automáticamente, como consecuencia de la nacionalización, sino que se requiere de otras condiciones de posibilidad históricas, como la masa crítica científica, como la transferencia de tecnología, como la revolución, en serio, de la formación educativa, no la demagógica, que ahora se implementa, como la adecuación y actualización a las tecnologías de punta, limpias y ecológicas, apuntando a una eco-industrialización y a una eco-economía o, mejor dicho, a una oikologia integral[10]. Que la independencia económica, es decir la salida de la dependencia, se da en el contexto de la integración de la Patria Grande.

Todo esto nos lleva a comprender que se trata de un proceso de cambio encajonado en los límites acotados, que, empero, no deja de ser reformista, en el buen sentido de la palabra; proceso de cambio también, contradictorio, restaurador, clientelar, como ocurre con "procesos de cambio" cercados en los márgenes de maniobra, que permite la geopolítica del sistema-mundo capitalista. No se trata de debatir, en la interpretación lineal del proceso de cambio, ¿qué hay que hacer?, ¿apoyar, apoyar críticamente u oponerse?, sino, en la perspectiva de la complejidad, preguntarse: ¿Cómo salir del círculo vicioso del poder recurrente, en toda la modernidad? ¿Cómo impulsar la emergencia de otros horizontes histórico-políticos-culturales? No se trata de creer que el activismo autogestionario excluye la comprensión de las diferencias de la gubernamentalidad populista de la gubernamentalidad neoliberal, sin la necesidad de obligarse a ningún apoyo o apoyo crítico, que puede darse o no, en el contexto de la decisión colectiva de auténticos movimientos sociales anti-sistémicos, como los de la movilización prolongada, no la farsa usurpadora de organizaciones sociales cooptadas afines al oficialismo.

Algo que no dijimos en el ensayo anterior, es que no se trata de inversión productiva y de inversión social, en sus formas cuantitativas, apreciadas en sus formas estadísticas, sino de la estructura cualitativa de la inversión productiva y social, de la forma sistemática de ejecutar estas inversiones materiales, no solo cuantitativas; se trata de administrar y controlar estas inversiones efectivas, que no pueden ser sino cualitativas; lo cuantitativo sirve para medir lo que se da como inversión cualitativa; la inversión efectiva no es resultado de la inversión cuantitativa. Éste es el problema del gobierno populista, que percibe estas inversiones desde la perspectiva de la metafísica estadística, creyendo que la forma numérica de la inversión resuelve de por sí el problema del cambio de la nombrada matriz productiva, creyendo que se trata de un modelo econométrico, como si la realidad se redujera a esta ecuación abstracta. No se da cuenta que no se trata de resolución expectante estadística, no se trata del discurso, sino de transformaciones estructurales e institucionales efectivas. El apego a la demagogia, a la especulación, al montaje y a la simulación, es lo que extravía las políticas económicas del gobierno progresista; cuando podía haberlo hecho mejor, administrando seriamente, eficientemente, con responsabilidad, sus reformas. A tal punto llega la especulación, que llama "revolución" a una reforma, que nombra Modelo Económico Social Comunitario Productivo a lo que es capitalismo de Estado. Podía aceptar lo que es, en realidad, esforzándose a que funcionen estas reformas; esto ya era suficiente, para los alcances de este "proceso de cambio". Sin embargo, el gobierno popular se extravió en pretensiones sin sustento, embarcándose en gestiones agobiadas por proliferantes irresponsabilidades, demagogias, falsedades y corrupciones. Esta conducta no ayuda a prolongarse en el poder, pues la gente, incluso la gente que apoya al "proceso de cambio", se cansa de la simulación y la comedia, terminando optando por el voto castigo.




Interpretación de la genealogía del poder y la geopolítica económica






Desde la perspectiva de la complejidad no hay campos sociales autonomizados, todo está integrado y articulado dinámicamente. Por así decirlo, economía y poder, campo económico y campo político, forman una complejidad dinámica, integral y articulada, en constante movimiento, comprendiendo sus distintos planos y espesores de intensidad articulados diferencialmente, dependiendo de las referencias y enfoques desde donde se visualiza y recorta la realidad, sinónimo de complejidad. La genealogía del poder y la geopolítica de la economía son perspectivas interpretativas de la complejidad. Las máquinas de poder y las máquinas económicas conforman una heurística compleja en el sistema-mundo, manifestándose singularmente en los distintos lugares, naciones, regiones y mundo. Para decirlo fácilmente, aunque pecando de esquematismo, los dispositivos de poder son, a la vez, dispositivos económicos y viceversa.

La civilización moderna se hace visible, hace patente lo que es, en el recorrido de las huellas ecológicas, que marcan la destrucción del planeta. Entonces, las máquinas de poder y las máquinas económicas son los instrumentos de esta devastación del sistema-mundo capitalista. La genealogía del poder corresponde al retorno recurrente y reiterativo de las dominaciones polimorfas, en las distintas formas del devenir violencia de la economía política del poder; la geopolítica económica corresponde a la expansión planetaria de las huellas ecológicas, la marca de muerte que deja la civilización moderna, en su crecimiento y desarrollo.

En Bolivia la genealogía del poder nace como dominación colonial; persiste, después de la independencia, como desplazamiento de la colonialidad, en la historia de sus formas políticas, conservadoras, liberales, nacionalistas, neoliberales, neopopulista. La geopolítica económica se manifiesta singularmente en la geografía política nacional como expansión de la contaminación y depredación minera e hidocarburífera, adquiriendo las formas concretas del modelo colonial extractivista del capitalismo dependiente.

Se pueden encontrar ejemplos simples para ilustrar esta integralidad económica-política de las dinámicas complejas de la formación social boliviana; no solamente en lo que respecta al papel cumplido por la burguesía de la minería de la plata, cuando los potentados fungían a la vez de gobernantes, inclusive antes, durante los periodos coloniales, cuando los conquistadores se convirtieron en la casta rica de los virreinatos, sino también, posteriormente, durante la hegemonía de los "barones del estaño", cuando la burguesía del estaño, si bien, no requería aparecer en las funciones de gobierno, contaban con el dispositivo de poder del llamado "super-Estado" minero. Así mismo, se encuentran ejemplos ilustrativos durante los periodos de la llamada revolución nacional (1952-1964), cuando los gobernantes promovieron desde el Estado la formación de una burguesía nacional. Durante el periodo de las dictaduras militares, los gobernantes de facto continuaron con el enriquecimiento, por usufructo del poder, aunque de una manera más grotesca y fragmentaria. Durante los periodos neoliberales, el enriquecimiento de la burguesía nacional se dio por el procedimiento del ajuste estructural, con las privatizaciones de las empresas públicas y de los recursos naturales, la apropiación de los ahorros de los trabajadores y la restricción de la inversión social. Durante los periodos del "gobierno progresista" el enriquecimiento se desenvolvió por la extensión intensiva y demoledora de las redes clientelares y los circuitos prebéndales, conformando, de esta manera, la burguesía rentista y la burguesía de la hoja de coca excedentaria. Sin embargo, no se trata de ilustrar a través de ejemplos simples, sino de encontrar las articulaciones específicas entre economía extractivista y Estado rentista.

Siguiendo la lógica de nuestra exposición, diremos que la economía extractivista es inmediatamente una maquinaria de poder del Estado rentista, a su vez, el Estado rentista es inmediatamente una maquinaria económica del modelo extractivista. En otras palabras, las máquinas económicas extractivistas funcionan inmediatamente como máquinas de poder del Estado rentista. La economía funciona usando dispositivos políticos y la política funciona usando dispositivos económicos. Se trata de estructuras complejas económico-políticas y políticas-económicas, cuyos dispositivos complejos cumplen, a la vez, ambas funciones. La ciencia política considera al Estado como dispositivo de legitimación, también como administrador público, así como aparato de representación; así mismo como dispositivo de represión, así como aparato de guerra en defensa de la soberanía. En cambio, la ciencia económica considera al Estado desde la perspectiva del gasto, en el buen sentido de la palabra; el Estado es costo. Pero también lo considera como administrador y regulador de la economía; hablamos de administración en el sentido económico, no en el sentido político. Así también el Estado puede ser considerado como el que capta fondos para la inversión. A su vez, se le puede atribuir las tareas centralizadas para garantizar los servicios. Como se puede ver, las ciencias sociales encuentran características propias del campo político, diferentes a las características propias del campo económico. El análisis moderno de las ciencias mencionadas se basa en el supuesto de la autonomización de los campos.

Podemos decir que el Estado responde a procesos de centralización; se trata, entonces, de procesos de estatalización. En consecuencia, el Estado moderno se construye a partir de estos procesos de centralización y de estatalización. Pero, cómo pudo haberse dado la centralización sino a través de procesos que abarcan ambos campos, el económico y el político, y los hacen funcionar en las articulaciones y cruzamientos de sus funcionamientos, aparentemente diferenciables. Como dijimos antes, el Estado es la otra cara de la misma medalla, cuya otra cara es el capital. Para demostrar o ilustrar rápidamente lo que decimos basta señalar a la moneda; la moneda hace de equivalente general en la economía; la medalla circula con el sello del Estado en la política.

En la figura que usamos y en el ejemplo que damos, la medalla tiene dos caras; entonces qué es la medalla, que también podemos nombrarla moneda, en sentido metafórico. Una moneda muestra su valor cuantitativo, pero también su valor cualitativo, el relativo a la legalidad del Estado. Este doble valor hace a la moneda. La moneda puede circular mostrando su valor cuantitativo porque, a la vez, muestra su valor cualitativo estatal. Entonces, no solo circula la moneda como equivalente general de las mercancías, sino también como símbolo del poder. Entonces, ¿qué es la moneda? Es, a la vez, un equivalente general económico y un símbolo del poder. El poder también circula. A diferencia de su propiedad como equivalente general, que compara a partir de una igualdad cuantitativa, la propiedad cualitativa de símbolo de poder diferencia, marca la diferencia; establece la potestad de poder de imprimir, a través del sello, el valor indiscutible del poder.

¿Se puede decir que, por eso, la acumulación dineraria corresponde también a una acumulación simbólica de poder? Desde la perspectiva de la sociología de Pierre Bourdieu no ocurre esto, pues se distingue capital simbólico de capital económico, capital político de capital económico. Sin embargo, la correspondencia puede darse de manera diferencial. La acumulación económica implica la posibilidad de la acumulación de poder, dependiendo de que esta acumulación se entienda y se dé como acumulación cualitativa de disponibilidad de fuerzas. A su vez, implica la posibilidad de la acumulación simbólica, dependiendo de que se entienda como acumulación cualitativa de prestigio. El fenómeno de la concentración no solo es, pues, económica, es decir, para hacerlo sencillo, cuantitativa, sino concentración cualitativa de poder y concentración cualitativa simbólica, dependiendo si se ocasiona la disponibilidad de fuerzas y la disponibilidad de prestigio.

Ciertamente también pueden darse no-correspondencias; por ejemplo, que la acumulación de riqueza no redunde en la acumulación de poder, así como tampoco en la acumulación de prestigio. Las posibilidades inherentes se convierten, por así decirlo, en imposibilidades; entonces, se da lugar una crisis múltiple o parcialmente múltiple. La acumulación de riqueza merma en la acumulación de la disponibilidad de fuerzas, así como también merma en la acumulación de prestigio, mas bien, redunda en el desprestigio. Cuando esto ocurre se habría roto la congruencia en la complejidad económica-política. La crisis múltiple o parcialmente múltiple impide, por así decirlo, la circulación cualitativa del poder, que no puede realizarse legítimamente. La única manera de mover la maquinaria de poder es a través de la espiral de violencia. De la misma manera se puede decir que se imposibilita la circulación simbólica, el desprestigio desacredita al ejercicio de poder. La única manera de mover este deterioro imaginario es a través de la propaganda y la publicidad. Como se puede ver, estamos ante una variabilidad de alternativas de la composición o, en su caso, descomposición de los dispositivos complejos económico-políticos, dependiendo que se den correspondencias o no correspondencias, congruencias o incongruencias.

Volviendo a la figura de la moneda, que se mueve tanto en el campo económico, así como en el campo político simultáneamente, no solo aparecen dos partes, relativas a las dos caras de la medalla, sino también una tercera parte más. Tenemos el valor numérico en una cara, el valor cualitativo del poder, en otra cara, pero también, un tanto confundido con la inscripción del poder, aparece el símbolo mismo que le otorga el carácter de grandeza o, si se quiere, de soberanía. El poder no es el símbolo del poder, sino la relación de fuerza, donde una fuerza activa afecta a la fuerza pasiva. El símbolo es como la plusvalía de código, el prestigio que legitima; pero no solamente al poder sino también al valor numérico, al equivalente general. La fuerza dominante se legitima, también se legitima el equivalente general; ambas legitimaciones son posibles por el valor simbólico, el prestigio, es decir, el valor imaginario. Se puede decir que se da como un reforzamiento mutuo de los tres valores, el valor numérico, el valor cualitativo del poder y el valor imaginario del símbolo.

Volviendo a las articulaciones especificas de la interjección del campo económico y el campo político, que además suponen la interjección con el campo simbólico, por así decirlo, podemos sugerir provisionalmente, a modo de hipótesis de interpretación, algunos ejemplos de articulaciones específicas. Las articulaciones no parecen ser otras que los mismos agenciamientos concretos de poder y los agenciamientos concretos económicos, es decir, las instituciones de los campos sociales. Retomando la periodización referencial a la que aludimos, podemos decir que son las empresas mineras de la plata unas de estas articulaciones específicas en el periodo de la minería de la plata. Desde la perspectiva asumida, las instituciones no se mueven solo en uno de los campos sociales, sino que atraviesan los distintos campos sociales simultáneamente. Las empresas mineras no solo son instituciones económicas, sino también son instituciones donde se agencia concretamente el poder, de manera específica. Así como son instituciones donde se realiza el valor simbólico; las instituciones son los lugares de los rituales y ceremonialidades del poder, donde se valoriza el símbolo o los símbolos en uso. En el periodo de la minería del estaño también reaparece esta articulación específica de las empresas mineras; sin embargo, los campos sociales se han desplazado y desenvuelto, por así decirlo, se han vuelto más complejos. El periodo de la minería del estaño corresponde a una etapa más avanzada que la anterior de la revolución industrial; desde un poco antes a la primera guerra mundial hasta pasada la segunda guerra mundial, la revolución industrial transforma el campo económico. El orden de relaciones del estaño es más complejo que el orden de relaciones de la plata. Algo parecido pasa con el campo político, cuando se da lugar a la proliferación de mediaciones; por ejemplo, ya no es necesario que los empresarios sean presidentes, pues las mediaciones representativas operan mejor respecto a los intereses económicos.

En el periodo de los hidrocarburos, que se mezcla y coexiste con el periodo del estaño, empero, como que adquiere cierta notoriedad, sobre todo después de la crisis del petróleo, a comienzos de la década de los setenta, las empresas de la energía fósil son unas de las articulaciones especificas de los campos sociales; en el caso de América Latina, sobre todo se trata de empresas estatales del petróleo y del gas. Estas articulaciones específicas son sugerentes pues se erigen sobre la base de las nacionalizaciones. Por eso, podemos anotar que, particularmente en este periodo, en el campo económico aparecen desplazamientos que corresponde, de manera más patente, a la crisis de la economía-mundo. Parece que es en estas articulaciones especificas, de las empresas hidrocarburíferas, donde se manifiestan los signos de la crisis de manera más visible. Otra anotación pertinente parece ser la que observa que también se hacen evidentes las incongruencias y no correspondencias entre los campos sociales; señalamos a los síntomas de la crisis del poder y de la crisis ideológica. El conflicto entre Estado y empresas trasnacionales estalla en los países cuyas reservas de energía fósil se vuelven comerciables, donde la disputa por el excedente va a ser empujada por las voluntades singulares nacional-populares. En pocas palabras, la crisis de la economía-mundo desborda, cuyo núcleo candente se encuentra en la crisis de sobreproducción.

No pretendemos, con lo expuesto, un breve boceto de algunas singularidades de la genealogía del poder y de la geopolítica económica, que hayamos abarcado la complejidad de la dinámica de los campos sociales, ni mucho menos. Dejamos para otro ensayo una exposición pormenorizada y abarcadora de las singularidades de las dinámicas complejas mencionadas. Por el momento, nos contentamos con señalar y anotar algunos tópicos sobresalientes de esta genealogía y de esta geopolítica.



Notas


[1] Los commodities o materias primas son bienes transables en el mercado de valores. Los hay de carácter energético (petróleo, carbón, gas natural), de metales (cobre, níquel, zinc, oro y plata) y de alimentos o insumos (trigo, maíz o soya).

[2] Leer de Henry Veltmeyer Bolivia: entre el desarrollismo voluntarista y el extractivismo pragmático. En El neoextractivismo. ¿Un modelo posneoliberal de desarrollo o el imperialismo del siglo XXI? Coordinadores: Henry Veltmeyer y James Petras. México 2015; Ediciones Culturales Paidós, bajo el sello editorial de CRÍTICA. Págs. 129-130.

[3] Referencias: Fondo Monetario Internacional (Octubre de 2018). «Base de datos de perspectivas de la economía mundial (PIB Nominal)». Fondo Monetario Internacional (Octubre de 2018). «Base de datos de perspectivas de mundial (PIB PPA)».↑ «https://www.abi.bo/abi/?i=314631». Fondo Monetario Internacional (Octubre de 2018). «Base de datos de perspectivas de la economía mundial(PIB per capita Nominal)». Fondo Monetario Internacional (Octubre de 2018). «Base de datos de perspectivas de la economía mundial (PIB per capita PPA)». The World Factbook CIA (2017). «Composición del PIB por sector de origen». «Banco Central de Bolivia». «Indicadores de inflacion». www.bcb.gob.bo. https://data.worldbank.org/indicator/SI.POV.GINI?locations=BO https://datos.bancomundial.org/indicador/SL.TLF.TOTL.IN?locations=BO&view=chart. «https://www.imf.org/external/pubs/ft/weo/2016/02/weodata/weorept.aspx?pr.x=43&pr.y=10&sy=2016&ey=2017&scsm=1&ssd=1&sort=country&ds=.&br=1&c=218&s=NGDPD%2CNGDPDPC%2CPPPGDP%2CPPPPC%2CLUR&grp=0&a=». https://ibce.org.bo/publicaciones-ibcecifras-pdf.php?id=705- «Exportaciones de Bolivia por país de destino». OEC. https://ibce.org.bo/publicaciones-ibcecifras-pdf.php?id=705. «Importaciones de Bolivia por país de origen». OEC. Gross domestic product 2011. Archivado el 27 de octubre de 2012 en la Wayback Machine., Banco Mundial, 1 de julio de 2012. Gross domestic product 2011, PPP. Archivado el 19 de noviembre de 2012 en la Wayback Machine., Banco Mundial, 1 de julio de 2012. 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Klein, Herbert (2001). Historia de Bolivia. La Paz, Bolivia: Librería Editorial Juventud. Mesa, José; Gisbert, Teresa; Mesa, Carlos (1997). Historia de Bolivia. Editorial Gisbert. Peñaloza Cordero, Luis (1981). Nueva historia económica de Bolivia. Editorial Los Amigos del Libro. Gutiérrez Andrade, Osvaldo Walter. «Condiciones para desarrollar una economía del conocimiento en Bolivia». Revista Perspectivas (Departamento de Administración, Economía y Finanzas de la Universidad Católica Boliviana, Unidad Académica de Cochabamba). semestre I-2011 (27). Consultado el 9 de febrero de 2013. Blasier, 1971, pp. 390-391. Field, 2014, p. 198. Almaraz, 1969, p. 17. Klein, 1991, p. 245. Thorn, 1971, p. 167. Field, 2014, p. 16. «PIB (US$ a precios actuales)». «Paises por PIB (1982)». Saltar a:a b «Paises por PIB (2005)». «Paises por PIB (2018)». «FISHERY COUNTRY PROFILE». FAO. Consultado el 4 de septiembre de 2017. «Ganancias de la banca en Bolivia suben un 19% hasta abril de 2017». América Economía. 7 de julio de 2017. Ver Economía de Bolivia. Enciclopedia Libre: Wikipedia: https://es.wikipedia.org/wiki/Econom%C3%ADa_de_Bolivia.

[4] De Henry Veltmeyer y James Petras leer El neoextractivismo; Ob. Cit.; Págs. 138-139.

[5] Luis Alberto Arce Catacora: Modelo Social Comunitario Productivo Boliviano. SOIPA Ltda.; La Paz 2015.

[6] Ver de Raúl Prada Alcoreza Descolonización y transición. Abya Yala; Quito. Dinámicas moleculares; La Paz 2013-15. También revisar Acontecimiento político; Crítica de la economía política generalizada; así mismo Critica de la ideología; Encrucijadas histórico-políticas; Interpretaciones de las huellas políticas; Cartografías histórico-políticas; Gramatología del acontecimiento; La inscripción de la deuda y su conversión infinita; La paradoja conservadurismo-progresismo; Las mallas del poder; Paradojas de la revolución; Potencia y trama política; en Dinámicas moleculares; La Paz 2013-15.

[7] Lo grave del asunto es que la auditoria llegó a terminarse, pero no publicarse oficialmente. Se sabe que la auditoría constató que las empresas trasnacionales incumplieron con los contratos, entonces resultaban debiendo al Estado. Sin embargo, sorpresivamente, los documentos de la auditoria desaparecieron. El gobierno boliviano terminó pagando alrededor de 150 millones de dólares de indemnización.

[8] Ver de Raúl Prada Alcoreza Acontecimiento político, también Cartografías histórico-políticas, así como Encrucijadas histórico-políticas. Dinámicas moleculares; La Paz 2013-15.

[9] Dinámicas moleculares; La Paz 2016.

[10] Ver Crítica de la ideología. Dinámicas moleculares; La Paz 2015.

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